PEQUEÑÍSIMO HOMENAJE -O AGRAVIO- A SERGIO ROMÁN ARMENDÁRIZ
Cuando en enero de 2009 Marcelo nos propuso Función Para Butacas como opción para montar, el grupo atravesaba uno de los momentos más críticos desde su conformación. El desaliento general ante cualquier propuesta, incentivado por los constantes abortos autoprovocados en que se convertían las iniciativas propias, no hacían más que evidenciar la profunda necesidad de repensar nuestras formas de relación y por ende, de redireccionar nuestras prácticas y prioridades en torno al quehacer teatral.
A pesar de aquello, como esos resquicios por donde se filtra un hilito de luz, Sergio Román nos convocó a considerarlo. Tal vez porque se nos presentó como un autor casi anónimo en la historia teatral de la ciudad -riobambeño de nacimiento pero guayaco por convicción, exiliado en Costa Rica desde hace más de cuarenta años- quien con apenas dos obras a su haber, escritas entre fines de los 60's e inicios de los 70's, nos proponía, desde nuestra perspectiva, una poética cuestionadora del teatro predominante de aquella época; la misma en la que José Martínez Queirolo(+) comenzaba a erigirse como el dramaturgo más representado del país, configurando el inicio del imperio del realismo en la tradición teatral posterior.
Así las cosas, el envión de proponer el montaje de una de las obras de Román como un ejercicio develador de esa Otra dramaturgia guayaquileña, nos permitió intentar nuevamente la aventura de crear (creer). Paralelamente y de manera fortuita, la obra comenzó a tomar un rumbo imprevisto, ya no sólo era Función para butacas sino también su otra obra, Extraño en la niebla; la dirección del trabajo comenzó a rotar por casi todos los integrantes del grupo; la necesaria revisión dramatúrgica nos rebasó. El fantasma del fracaso volvió a rondar las cuatro paredes de nuestra sala de ensayos.
El fantasma no se ha ido, pero conviviendo con él, con su tangible presencia, hemos visto como a la luz del avance de nuestro ejercicio, de nuestro intento, muchas cosas han pasado; el elenco se redujo, las propuestas se transformaron, la idea original de montar una obra de Sergio Román dio paso, irremediablemente, a la construcción de una obra distinta. Soliloquio épico coral ó Los hombres que no podían montar la obra de un autor al que no le interesaba que lo entiendan es un homenaje a Sergio Román Armendáriz por permitirnos traicionar su obra con el objetivo de encontrar un camino por donde poder equivocarnos por nosotros mismos.
Aníbal Páez
Teatro ARAWA
Guayaquil
http://sergioroman.com/inicio_arawa.php
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