
Debemos ver esto como una oportunidad para ir construyendo con la marcha lo que para alguien que trabaja para, en y con la cultura parece evidente, y a ratos no tanto.
Hágamos un ejercicio: Pensemos en alguien que graba un disco, produce una obra de teatro, pinta varios cuadros para una exposición, y no tienen idea de cómo darla a conocer, o cómo venderla (aunque a algunos no les guste el verbo vender, pero finalmente de eso se trata, porque la intención es vivir del trabajo ¿no?)
O sea, no saben cómo ..... gestionarla. ¿Le hizo clic el cerebro al leer esto? Ahora lea esto: Creación y gestión tienen que ir de la mano.
Recordemos que alguna vez también se les quiso llamar "emprendedores culturales"
Sigamos.
Alguien de la cultura puede que le falte esa "mirada empresarial" por decirlo en términos prácticos. O la asume o la delega. Cualquier otra cosa es morir en el anonimato. Creemos que a los artistas -que no necesariamente es artista todo el que crea en la cultura- la sociedad debe darles una mano, porque su creación nos recuerda lo maravilloso que es la creación viva del universo, lo maravilloso que es estar vivo. Por cierto, Lucho Mueckay en una entrevista a la revista Diners mencionó que prefiere no autodenominarse artista, sólo alguien que hace cultura, porque es el público quien define a alguien si es artista o no. Y estamos de acuerdo.
Entonces, esas disciplinas por separado que uno va practicando en esta actividad que ya tiene visos de perfil profesional, disciplinas como diseño, innovación, marketing, producción, etc., se unen en un paraguas llamado "gestión".
Por supuesto, existen tipos de gestión, pero de eso hablaremos en otra ocasión.
Ensayemos una definición, pues: el gestor cultural integra el diseño, la innovación y la comunicación para tomar un proyecto en el "papel" y transformarlo en un servicio al bienestar de la comunidad.
Definición perfectible, por supuesto.
menteAtenta,